Travesía
Raúl Brasca
Caminaban a la par. Se habían jurado lealtad y que dividirían todo por
mitades. Frente al desierto, igualaron el peso de sus alforjas y se internaron
seguros. No los doblegaron la impiedad del sol ni el rigor de la noche y cuando
se les acabó la comida repartieron el agua en partes iguales. Pero la arena era
interminable. Paulatinamente, el paso se les hizo más lento, dejaron de hablar,
evitaron mirarse. El día en que, con vértigo aterrador, sintieron que
desfallecían, se abrazaron y, hombro a hombro, siguieron andando. Cayeron
exhaustos al atardecer. Durmieron. Ya había amanecido cuando uno de ellos
despertó sobresaltado: le faltaba parte de un muslo. El otro, que lo comía,
continuó indiferente, terminó, volvió a tenderse, y como si completara un gesto
irrevocable, atendió a la mano que su amigo le alargaba y le dio el cuchillo.
Ostres , no m'esperava un final tan tètric, tan amics com eren , però fins i tot encara que esgarrifi, comparteixen fins el final...Instint de supervivència!
ResponderEliminarPetonets.
Això sí que és compartir-ho tot!
ResponderEliminarPodria ser la travessia d'un matrimoni, també, oi?
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